El ahorro de Galicia y la financiación industrial
Autor: Valentín Paz-Andrade
Data de publicación: 1 de xaneiro de 1964
Medio: La Voz de Galicia
Recollido en O legado xornalístico de Valentín Paz-Andrade, A Coruña: Biblioteca Gallega, 1997, pp. 87-95.
La formación de capital para financiar empresas constituye un prerrequisito básico de los programas de desarrollo económico. Pero la concentración del ahorro interior, en las regiones de bajo nivel de renta, tropieza con una distorsión estructural que obstaculiza siempre la arrancada hacia la expansión.
«Proceso de empobrecimiento por descapitalización», llamaba al fenómeno el profesor Torres Martínez1. «El sistema bancario -agrega Gumar Myrdal- tiende a transformarse ?si no se regula para que actúe en forma diferente? en un instrumento que absorbe los ahorros de las regiones pobres hacia las más ricas y progresistas»…2
Galicia no es una región radicalmente pobre. Pero sí empobrecida. En buena parte -los factores extraeconómicos también operan- por consecuencia del mal que ambos economistas, el español y el sueco, diagnostican de forma coincidente.
Para vencer el estancamiento y la autorrepresión del país hay que comenzar curándolo de la incontinencia financiera. Sólo cuando logremos que no expulse de su seno, como hasta hoy, el ahorro voluntario y pueda vincularlo resueltamente a la inversión productiva en el área propia, las sangrías extenuadoras dejarán de manar y el reflotamiento social se producirá naturalmente. Galicia debe emplear en sí misma su mano de obra, su energía hidroeléctrica, su ímpetu de empresa… comenzando por rescatar el uso dinámico del dinero que ahorra.
DESAMPARO MARGINAL Y CORRIENTES DE INVERSIÓN
El valor neto de la producción de Galicia, incluyendo todos los sectores en el cómputo, se ha estimado en 22.614,4 millones de pesetas para 1960. La cifra supone poco más de la mitad de la que han alcanzado las tres provincia vascas -46.620,6-, cuyo censo apenas excede del cincuenta por ciento del número de habitantes de Galicia. Con poco más de un tercio, Asturias ha llegado en el mismo año a 22.672,4 millones de pesetas, según la misma fuente3.
Para elevar la tasa de la producción global, la región no carece de recursos naturales, ni de localización ventajosa, ni de mano de obra abundante, ni de fuentes de energía, ni de espíritu empresarial. En cambio, los flujos del capital no han favorecido la inversión in situ. Viejas malformaciones de la economía española, dominada por grupos de presión, que desde hace casi un siglo vinieron medrando al amparo de monopolios de hecho y de arancel ultraprotector, han polarizado el desarrollo industrial hacia otras zonas, dejando la nuestra a su propia e impropicia suerte.
No es posible seguir confiando en la reversión espontánea de este proceso de desamparo marginal, que cada día aumenta la disparidad de nivel económico entre los pueblos de España. Para alimentar un programa de desarrollo industrial, en determinado territorio, es necesario concentrar grandes corrientes de inversión sobre el escenario de la experiencia. Y la verdad es que, año tras año, Galicia viene quedando al margen, o participando escasamente, en los grandes movimientos financieros que se incuban, para la promoción de industrias de Madrid, Bilbao, Barcelona, Valencia…
Como es sabido, tales movimientos se han canalizado hasta ahora privadamente por vía bancaria, y a través del Institulo Nacional de Industria, oficialmente. En los últimos veinte años, el INI ha logrado fundar o controlar cerca de setenta grandes empresas, diseminadas por la Península. Sólo cuatro o cinco han sido radicadas en Galicia.
De las demás organizaciones inversoras ni siquiera puede decirse otro tanto. El Banco de Vizcaya, el Central, el de Bilbao, el Español de Crédito, Urquijo, Altos Hornos de Vizcaya, etcétera, en sus respectivos grupos financieros, incluyen las mayores empresas españolas. Ni una de ellas ha sido emplazada en Galicia, salvo las hidro-eléctricas, de escasa fertilidad rentística para la cabecera de cada sistema.
DRENAJE DEL AHORRO HACIA LA INVERSIÓN EXTRARREGIONAL
El desvío de la liquidez represada, hacia las regiones muy favorecidas por la polarización de las inversiones y la inclinación de los grupos de presión, provoca otra secuela desfavorable a nuestra área periférica. Apuntamos directamente al fenómeno simultáneo de descapitalización, en virtud del drenaje continuo de ahorros privados hacia destino extra-regional.
Casi todos los bancos citados, y algún otro usando distinto nombre, disponen de avanzadillas colectoras en la principales ciudades y villa de Galicia. Dentro de los modelos contractuales del tráfico bancario -cuenta corriente, depósitos a plazo fijo, libreta de ahorro, venta de acciones u obligaciones…-, entran por ventanilla los excedentes dinerarios. Paradójicamente, la tasa de acumulación del ahorro individual, suele ser en las regiones pobres más elevada que en las prósperas.
Cubriéndose con esta ingenua apariencia los depositantes, sin saberlo, quedan amalgamados en un cuerpo barato y silencioso, de ahorradores por cuenta ajena. O al menos, en interés ajeno. Algo así como la «fiel infantería» de la financiación remota, que a cambio de una soldad exigua, entrega a potencias extrañas las armas forjadoras de los grandes dividendos.
Cuanto este achaque prolifera y cunde, tanto pierde riego sanguíneo la economía de Galicia. Nuestras anónimas células del ahorro voluntario -personal, familiar o de empresa- preferirían trabajar para la financiación de negocios en el país. Prefirirían solidarizarse con la causa del desarrollo regional contribuyendo a engrosar el flujo de capitales asignables a la industrialización de Galicia. Si algún deber social fuese exigible al dinero, el de la adhesión al territorio de origen nos parecería impostergable, cuando de su evasión derivan atraso y miseria crónicos.
Tal como estaban -y aún están- las cosas, un anhelo popular así inspirado, pocas probabilidades tiene de cumplirse. El ahorro de Galicia, precipitante en las redes bancarias, adquiere en su mayor volumen, la condición de satélite. Pierde toda o casi toda vinculación con su matriz, y se inscribe en la órbita de las grandes constelaciónes financieras, totalmente insensibles a la llamada de los pueblos necesitados. Indiferentes, hoy como ayer, a la promoción del desarrollo en las regiones más o menos depauperadas.
Bastaría destacar que, a consecuencia de esta contradictoria situación, Galicia renuncia en la práctica al poder direccional sobre sus propios medios financieros, para tener por justificada la necesidad de poner remedio al mal. El problema tendría poca gravedad, si la corriente emigratoria del dinero fuese ocasional, o revertiera mediante alguna deferencia en la localización de nuevas industrias. Como desgraciadamente no sucede así, cuanto más se tarda en dotar a la economía gallega de órganos aptos para retener los excedentes y apadrinar su idónea reinversión menos posibilidades tendremos de ayudar al país, en el ansia de labrar su prosperidad.
VOLUMEN DEL AHORRO GALLEGO DEPOSITADO EN BANCOS COMERCIALES
Las estadísticas que periódicamente publican los bancos nacionales, no reflejan la distribución por regiones o por provincia de los saldos acreedores.
A causa de este vacío informativo no es factible conocer con precisión, ni el volumen global del ahorro producido en Galicia, ni su tasa de acumulación anual.
En relación a los bancos regionales la falta de datos no se registra. De los que reflejan sus balances, sobra a tal efecto el que represente saldos de sus respectivas sucursales de Madrid. Como tal aditamento no debe alterar mucho los resultados, éstos pueden servirnos tanto para conocer directamente el volumen de una porción, como para deducir indiciariamente la cuantía de la restante.
El total de las cuentas a la vista y a plazo el 31 de diciembre de 1961, ascendía a 6.041,9 millones de pesetas, en el Banco Pastor, y a 3.554,4 millones en el Banco de La Coruña. Estas cifras comparadas con las correspondientes a la misma fecha de 1961 suponen un incremento de 1.024,2 millorens de pesetas en el primero y de 642,1 en el segundo. O sea, 1.666,3 millones de pesetas en conjunto.
Partiendo del antecedente que acaba de analizarse, es factible completar por estimación el cálculo. La posibilidad de error que pudiera ser considerable, en la determinación del total depositado a una fecha dada, en cada banco nacional por sus clientes de Galicia. Pero tal riesgo se atenúa mucho si sólo se pretende medir con aproximación la tasa anual de acumulación de saldos acreedores en los seis o siete establecimientos de aquel rango, que han extendido por nuestra tierra su cadena de sucursales.
Una cifra que duplique la que luce en el último balance de aquellos dos bancos gallegos, debe resultar holgadamente rebasada en la práctica. Aun así permite suponer que no es inferior a 5.000 millones de pesetas, el volumen del ahorro gallego, que cada año busca reposo en las recámaras bancarias.
CRECIMIENTO DEL AHORRO EN LAS CAJAS POSTAL Y BENÉFICAS
Los flujos del pequeño ahorro discurren con mayor proclividad hacia las cartillas que hacia las cuentas. Propende a situarse en las entidades -estatales, provinciales o municipales-, constituidas para atracción de economías mínimas. Precisamente más numerosas y atesorantes que las adultas, en los pueblos poco mimados por las fortuna. Aludimos -está claro-, a la Caja Postal y las Cajas de Ahorro Benéficas.
El volumen de actividad de la primera en Galicia se concentra en siete administraciones principales. La suma de las imposiciones ha alcanzado conjuntamente a 176,4 millones de pesetas en 1962. Los reintegros a 123,6. Por tanto el saldo en el año ha representado 52,7.
Funcionan en las provincias gallegas seis Cajas de Ahorro Benéficas, adheridas a la Confederación Nacional. De esta fuente son las cifras que reflejan el movimieno de los saldos, desde 1956 a 1962. Lucen en el siguiente cuadro: (1)
La primera línea confirma una observación ya conocida. La provincia de economía más debilitada, resulta ser la más ahorradora. En este caso no sólo a expensas de fuerzas propias salvo que se consideren como tales remesas de los emigrados, estimulados por un tipo de cambio favorable.
A la vista de la última cifra del cuadro, se deduce que durante los seis últimos años, la media de crecimiento global ha bordeado los 670 millones. Pero este módulo resultará excesivamente corto, para medir el incremento experimentado a partir del primero de enero de 1963. A esta conclusión se llega, contemplando la evolución de los saldos acreedores de las seis Cajas gallegas, durante el primer semestre. Figuran en el siguiente cuadro: (2)
(1) 1956 1962 DIFERENCIA |
31 Dic. 31 Dic. millones de pesetas |
Orense 283,3 1.790,4 1.507,1 |
Vigo 584,0 1.442,0 858,0 |
Coruña y Lugo 485,1 1.317,5 832,4 |
Pontevedra 182,2 624,4 442,2 |
Santiago 181,8 435,5 253,7 |
Ferrol 56,1 181,3 125,2 |
TOTAL 1.772,5 5,791,1 4.018,6 |
(2) 1962 1963 DIFERENCIA |
31 Dic. 30 Jun. |
Orense 1.790,4 2.043,3 252,9 |
Vigo 1.442,0 1.560,0 118,0 |
Coruña y Lugo 1.317,5 1.446,3 128,8 |
Pontevedra 624,4 659,4 35,0 |
Santiago 435,5 472,5 37,0 |
Ferrol 181,3 197,1 15,8 |
TOTAL 5.791,1 6.378,6 578,5 |
Media mensual 97,9
Parece que la tasa de acumulación ha experimentado mayor aceleramiento en 1963. Al final de este ejercicio puede preverse que se aproximará a los 1.250 millones de pesetas, lo que supondría la duplicación del promedio registrado en los seis años precedentes.
No hay razones para limitar la sintomatología de la expansión, a uno solo de los canales del ahorro privado. Por el contrario, debe tomarse como un fenómeno presumiblemente general, aun admitiendo que haya tenido mayor concentración en los órganos más conectados con las variaciones del nivel de salarios en el interior y más aptos para captar la corriente que nuestros emigrados acumulan en Alemania, Bélgica, Holanda, Suiza, Francia…
DEDUCCIÓN ALENTADORA
La indagación que acaba de hacerse no es exhaustiva. Pudiera ser conducida aún a través de otros canales, también alimentados por el poder adquisitivo que el país genera espontáneamente, a pesar de los pesares.
Aludimos al ahorro forzoso, principalmente. En buena parte deriva hacia las cajas de previsión social y las mutalidades laborales. Sería obvio decir que su volumen no debe parecer desdeñable. Algo semejante cabría afirmar de los excedentes de recaudación, no extornables, de las compañías y algunas mutuas de seguros. He ahí otro lucido conjunto de saldos monetarios, cuya conversación en capital inmobiliario o industrial, se efectúa sin conexión alguna con la fuente de procedencia.
Aun así, los resultados del análisis no son desalentadores para Galicia. Permiten establecer la conclusión de que la tasa del ahorro interior, confiado a la gestión ajena -excluido el del carácter forzoso-, no debe cifrarse en menos de 6.500 millones de pesetas por año, en la actualidad. Sin alcanzar el volumen que ha adquirido en las regiones ultrafavorecidas, parece suficiente para iniciar el despegue y sostener el vuelo del país hacia las metas de la prosperidad.
Queramos o no, se llega a otra conclusión. La que dicta el comportamiento histórico de la estructura financiera tradicional. Una estructura apta para promover y nutrir el desarrollo económico regional, arrancando al ahorro que se acumula en sus cajas, los efectos expansivos y multiplicadores de la inversión localizada y dinámica.
1 Manuel de Torres Martínez: «Commentaire», en «Planificación Economique Regional». OECE, París, 1961.
2 Gumar Myrdal : «Teoría Económica y Regiones Subdesarrolladas», «Fondo de Cultura Económica». México, D.F., 1959.
3 Banco de Bilbao: «Renta Nacional de España y su distribución Provincial».1960. Bilbao, 1963.