El cauce del turismo
Autor: Valentín Paz-Andrade
Data de publicación: 28 de setembro de 1928
Medio: El Sol. Madrid
La carretera es casi el único cauce que podemos brindar en tierra gallega a las corrientes turísticas. El ferrocarril –pese al arresto renovador de las recientes refundiciones de Empresas e itinerarios– no dejará de ser, en bastantes años, medio de comunicación harto insuficiente para las necesidades de Galicia. Aun cuando los trenes del oeste mejoren positivamente y se logren aumento considerable de líneas y perfección de sus servicios, no por ello disminuirá aquí la importancia de la carretera. Dijérase que, mejor que ningún otro camino, se pliega a la complejidad geográfica gallega, conecta los núcleos de población de nuestra diseminada población y es vía única para el acceso a múltiples maravillas de arte o de paisaje que Galicia esconde en apartados lugares.
Pongamos, pues, atención preferente en nuestras carreteras. Es preciso cuidarlas, mejorarlas, dotarles de cuantos elementos puedan contribuir a aumentar su comodidad, su utilidad, su eficiencia... Galicia empieza a conocer ahora la carretera moderna, apta para la circulación del automóvil, merced a la obra del Circuito Nacional de Firmes Especiales. Pero las carreteras del Circuito no son todas las de Galicia, ni siquiera las únicas de verdadera importancia. Muchas otras, con un volumen de movimiento considerable y creciente, requieren iguales cuidados.
La labor de mejoramiento que reclaman nuestras carreteras no puede limitarse al firme alquitranado y a despejar y peraltar las curvas. Hay que atender también los elementos indicadores de pueblos, rutas y distancias. He ahí un aspecto de la carretera que parece secundario y tiene, sin embargo, para el automovilismo importancia innegable. El conductor, al entrar con su coche en tierra que le es desconocida, agradece vivamente que haya en los empalmes rótulos muy visibles, si es posible en letras de vidrio resplandeciente, con sus flechas y sus cifras kilométricas. Rótulos que se lean desde lejos, que permitan tomar la dirección deseada sin titubeo, sin disminuir la marcha... Otro tanto pudiéramos apuntar respecto a las señales que tienden a dar algunas garantías de seguridad a la circulación de peatones y vehículos.
Actualmente nuestras carreteras carecen todas de esas indicaciones, porque las pocas que existen son pobres, raquíticas, desvanecidas... Y es preciso que a medida que va desapareciendo el bache vaya dándose mayor relieve a los elementos indicadores colocados a las entradas de los pueblos, de las curvas y pendientes peligrosas, en los empalmes, etc. Aun debiera pensarse en la colocación de espejos y de vallas y pretiles adecuadamente enjabelgados en aquellos lugares donde pudieran prestar verdadera utilidad.
Todo esto hace muchos años que lo poseen las carreteras vascas, que son en España el ejemplo clásico de caminos preparados para el turismo. Si a nuestra tierra se pretende atraer esa gran corriente de vitalidad que hoy otros pueblos con menos derecho usufructúan, tengamos presente aquel admirable ejemplo. – V. Paz-Andrade
Vigo, septiembre de 1928