Galicia conmemora los 100 años de nacimiento de Castelao
Autor: Valentín Paz-Andrade
Data de publicación: 30 de xaneiro de 1986
Medio: El País
Hoy hace 100 años nació en Rianxo Alfonso Daniel Manuel Castelao posiblemente un triunfador. Un político que, según su biógrafo J. A. Durán, se decidió a defender sus ideales "metiéndose en política" a raíz de la muerte de su hijo, y que logró ser considerado el padre del galleguismo. Fue el artista gráfico de vanguardia que apostó por el ruralismo. Nós y cincoenta homes por dez reas, las colecciones de guerra, sus dibujos y su labor como ilustrador evidencian su nivel. Os dous de sempre, su única novela, sigue teniendo un buen puesto en las listas de venta. También destacó como dramaturgo -en Buenos Aires escribió y estrenó Os vellos non deben namorarse- y etnógrafo.
Del nacimiento de Castelao se cumplen, precisamente en este día, 100 años, pero sólo puede ser coherentemente situado en la primera mitad de este siglo. Vino a la vida en la madrugada del 30 de enero de 1886. Al atardecer del mismo día era bautizado, con los nombres de Alfonso Daniel Manuel, en la parroquia de Rianxo, villa ya de ilustre timbre por haber nacido en ella el almirante poeta Payo Gómez Charino' del séquito de Fernando III el Santo, para el cual "gañara Sevilla sendo de mouros".
Rianxo es como el seno más recóndito del paraíso acuático que es la ría de Arousa. Un área magna y marginal del Atlántico, donde subyace una fértil coordenada fecunda entre la ecología y la literatura. Charino fue sólo un ejemplo.Pero otras individualidades gloriosas en el campo de la invención literaria esmaltan la historia de ambas riberas de Arousa. La de Ramón María- del Valle-Inclán, que en 1866 naciera en Vilanova; la de Ramón Cabanillas Enríquez, 10 años después, en Fefiñans (Cambados); la del ensayista Victoriano García Martí, en Riveira, en 1881; la de Eduardo Dieste, hijo de emigrantes al Uruguay... Pléyade anterior cronológicamente a la fecha que hoy se conmemora, pero inscrita sin duda en la misma coordenada espiritual.
Después de 1886, la misma área geográfica seguiría dando al arte o a la literatura valores de singular calibre, como el pintor Carlos Maside, cesureño de 1897; el poeta Manuel Antonio, nacido en Rianxo el primer año de este siglo; el ensayista y fabulador Rafael Dieste, también nacido en Rianxo en los albores del 1900.
La nómina no queda más que esbozada. Viene a constituir como el telón de fondo del escenario que 100 años atrás ya reunía y asumía los condicionamientos naturales y sociales que tan copiosos y egregios frutos darían.
Con independencia de que haya nacido en la penúltima década del XIX, Castelao sólo puede ser coherentemente situado en la primera mitad del XX, sin desconocer el legado que de la centuria anterior a la presente fue transmitido y más o menos asumido.
De una época a otra la personalidad de Castelao -como dibujante social, como etnógrafo en determinados campos, como pintor, como fabulador...- no se ha desarrollado aisladamente.' Para él no ha funcionado la torre de marfil. Siempre tuvo audiencia asegurada, aunque no en todo caso o a todo nivel favorable.
'Nos'
Sin referirnos ahora a su proyección en el campo político activo, al menos a su tarea como exiliado en otros países, hay un aspecto que no debe quedar oscurecido. Castelao, sin proponérselo seguramente, hizo escuela. Además, realizó la parte más relevante de su obra asistido por los espíritus más selectos de su generación. Como ejemplo de esta última, la de Ramón Cabaníllas, que le llevaba 10 años; la de Vicente M. Risco, dos; la de Losada Diéguez, uno.
Estos y otros nombres han constituido lo que después se ha dado en llamar la generación nós, cuyo principal aglutinante, sin que nadie se lo propusiera, es la figura de Castelao. Del fenómeno cultural en tal tiempo provocado, y en torno a un eje humano capaz de romper los esquemas tradicionales, está viviendo el espíritu gallego. Más que por obra personal de Castelao, en buena parte truncada por la guerra civil, por la radiación de su ejemplo, el eco de su sacrificio, la entrega a la causa de su tierra.
Más que por su mensaje. Con ser el primero de extraordinaria emoción y plasticidad, a un tiempo, es la coherencia interna, la raíz de autenticidad de su obra,, la que aseguró perennidad a su ejemplo y radiación paradigmática a su mensaje. El que han encarnado con tan feliz simbiosis el hombre y el artista. En términos absolutos, pero mucho más, claro está, como fuerzas debeladoras de una sociedad contrahecha, dócil a la hegemonía devalores caducos e incompatible' con la apertura a la libertad y la democracia.
Cierto que la figura de Castelao ha de ser centrada en su tierra y en su tiempo. Sin distorsiones, que a la postre vendrían condenadas a la suerte de adherencias caducas. Dentro del marco propio, a los 100 años de su nacimiento, la muerte antes de tiempo en el exilio supuso un dolor irrestañable para su tierra. No mermará su gloria, que a lo largo del año que comienza adquirirá aquellas dimensiones que la libertad autoriza y de las que sólo el pueblo como tal otorga.
En la madrugada siguiente en que la vida de Castelao se extinguía, en Buenos Aires, debieran haber doblado todas las campanas de Galicia. Eran tiempos en que hasta los bronces sonoros en España perdieron la libertad. Hoy que, la recobraron no doblarán tampoco, pero los oídos despiertos a la galleguidad, multiplicados por los años, escucharán un repique a gloria que arrastra los ecos de 100 años.