Micro-flota y micro-pesca
Autor: Valentín Paz-Andrade
Data de publicación: 27 de maio de 1964
Medio: Faro de Vigo
Estructura de la flota
El nivel mundial de la cosecha marina sube cada año. Sube aceleradamente, aunque no tanto como el número de bocas a alimentar. Este es un fenómeno natural, vegetativo principalmente. El primero es un fenómeno económico, que se desarrolla en torno a un eje dinámico.
Este eje es el buque especialmente concebido y armado para la operación de pesca. Entre la estructura del equipo y el nivel de producción pesquera de cada país, hay una relación de causa al efecto, más directa que la existente entre dicho nivel y el de la disponibilidad natural de los bancos.
Tal apreciación parece especialmente válida si la referimos a España. La vieja piel de toro moja sus bordes en tres mares, pero su perímetro sumergido no es ancho. Con todo, extrae cada año más de un millón cien mil toneladas de alimentos marinos. Para alcanzar este nivel de producción se vienen movilizando casi 35.000 embarcaciones pesqueras.
La cifra, a secas, dice poco. Con una flota mucho menos copiosa, otros países han rebajdo el nivel de la producción española. Más que el número importa la potencia, la capacidad, el radio de acción, etc. Esta premisa conduce a analizar la composición del equipo. ¿Cuántas unidades están propulsadas mediante motor de combustión interna, cuantas utilizan aún el vapor y cuantas se mueven solo con ayuda de vela o remos?
De las tres categorías en que se divide la estructura de la flota, la más reproducida es la última. O sea, la menos reproductiva. Unas 21.000 embarcaciones pesqueras, no se sirven de otra fuerza que la del viento y la del brazo. He aquí el padrón de la micro-pesca, subsistente en un país cuya producción de alimentos marinos es, por su volumen, la segunda de Europa occidental y la octaba del mundo. ¡Cuanta abnegación supone en el factor humano, haber conquistado una cima tan elevada, con un lastre instrumental tan denso como regresivo!
Sectores de productividad
Si dentro del sistema pesquero, separamos el sector precapitalista, artesanal, rutinario del sector más o menos capitalizado, industrial y progresivo, el primero prepresentará el 60 y el segundo el 40% del total. Y si del censo de embarcaciones pasamos al de tripulantes, la misma proporción quedará corroborada.
A ciento cncuenta y dos mil aproximadamente asciende el númro de trabajadores adscritos a la flota española pesquera. De ellos casi 94.000 tripulan embarcaciones con un arqueo inferior a 20 toneladas.
La consecuencia que de tales supuestos se extrae, descubre las dimensiones de una gran tarea. La de transferir un número cada vez mayor de trabajadores de la pesca artesanal a la industrial. Mientras este proceso no se acelera mucho más, el índice conjunto de la productividad del sector será bajo. En uno de los últimos estudios de la O.E.C.E. se ha calculado dicho índice por hombre-año y por tonelada de buque-año. El primero daba nueve como media y el segundo 3 toneladas de pescado extraído. Este iguala al del Reino Unido, Suecia, Irlanda y Portugal, superando a los de Bélgica y Francia. El otro índice – número de toneladas de pesca por toneladas de buque y año- desciende a tres, que es inferior al de los otros doce países componentes de la O.E.C.E.
Parece seguro que tal factor haya evolucionado despues favorablemente, sobre todo en 1961 y 1962. Lo cual no supone que el problema de la micro-pesca española, con sus casi 21.000 embarcaciones de vela o remo, y su censo de casi 94.000 marineros haya reducido apreciablemente sus dimensiones.
La distribución regional de una y otra cifra también ofrece interés. Casi la mitad de ambas corresponde a Galicia y una cuarta parte a Canarias. El resto se reparte en las otras seis regiones con poca densidad relativa, si bien acentuada en las costas cantábrica y catalana. El marco geográfico del problema revela, pues, que debe concedérsele prioridad en Galicia, la región de mauor desarrollo industrial-pesquero de España, y después en Canarias, donde la misma rama de la roducción está daquiriendo un grado de crecimiento en gran escala.
La micro flota en Galicia
En Galicia coexisten el mayor número de unidades industriales de captura, algunas de alto nivel técnico y el mayor número de pequeñas embarcaciones. Las primeras se reparten entre el vapor y el motor, en proporción a 500 o poco más de la máquina-caldera y 4.500 de motor. Las embarcaciones de tamaño mínimo se aproximan a 10.500, todas desprovistas de propulsión mecánica.
La media de tripulantes por embarcación en las de vela y remo puede calcularse en dos. Por tanto, sólo en Galicia el número de trabajadores implicados en las formas menos preoductivas de la explotación pesquera se acerca a 43.000. En las otras regiones el promedio de tripulantes por barco resulta algo superior.
A pesar de las apariencias, la solución del problema, al menos en la región más afectada, no siempre podría consistir en instalar un motor de potencia proporcionada en las traineras, falúas, gamelas, dornas, etc., que actualmente se accionan a expensas de la musculatura del remador. Una gran parte de la flota minúscula en Galicia resulta adscrita a la explotación marisquera, casi simpre marginal de la explotación agro-pecuaria. Una y otra se realizan por los labradores ribereñosy sus familiares, durante la época propicia de cada año.
Las aldeas del litoral de Galicia, densamente pobladas, cuando se asientan sobre el borde de las Rías o en proximidad a las playas, desarrollan por traidición una economía anfibia. En la casa del labrador existe una o dos pequeñas embarcaciones de remo para dedicarlas al marisqueo, igual que existe el arado y la grada para labrar los minifundios.
Como las distancias a recorrer entre la ribera y el banco de almeja, de ostra, de vieira, de berberecho, de percebe, etc., son cortas, y como la explotación es discontinua y ordinariamente de rendimiento limitado, las ventajas operativas de la sustitición del remo por el motor, pudieran no resultar convincentes.
Este es un buen indicio de la complejidad del problema, pero no es el único.
Problema social de la pesca ribereña
La alta productividad primaria de las aguas, en las Rías de Galicia -que son verdaderos valles marinos- es un provilegio natural insuficientemente explotado. De la alta fertilidad local del proceso de fotosíntesis, a través del cual los principios minerales disueltos se transforman en fitoplancton, arranca la cadena biológica cuyo último eslabón está constituido por la variedad y opulencia de especies sedentarias, moluscos y crustáceos de alta calidad. La mayor parte de recursos tan valiosos, se reproduce y cría espontáneamente, y es objeto todos los años de la actividad predatoria de los mariscadores.
Si esta forma primitiva de explotación evolucionara, también evolucionaría la economía de los inmediatos usufructuarios. El paso a dar sería el de racionalizar el aprovechamiento de los bancos naturales, e intensificar el cultivo y recría artificial, en parque y viveros, de las especies susceptibles de desarrollo estabulado. Se ha conseguido ya con el mejillón, en centenares de viveros flotantes que arañan la lámina líquida de las Rías Gallegas. De ellos se obtienen en seis o siete meses una cosecha de ejemplares ampliamente desarrollados, que en otros senos marítimos del cento de Europa sólo se logran a los dos o tres años de efectuada la siembra.
Si con dimensión análoga se organizara la explotación de mariscos más rentables, como la ostra, al almeja , la vieira..., por los que hoy se dedican al marisqueo estacional, agrupados en cooperativas mejor que individualmente, el problema social de la pesca ribereña, y la consiguiente motorización de las embarcaciones a remo, se resolvería simultáneamente.
Vivero humano de la macro-pesca
Siempre quedaría sin embargo, un número importante de artesanos de la pesca, que se juegan con frecuncia la vida sobre cáscaras de nuez. La estadística no adquiró aún la matización necesaria, para suministrar al economista la imagen real de este fenómeno. Sería necesario inventariar, en cada sector de costa, las unidades familiares que viven a expensas de una pequeña nave desprovista de cualquier dispositivo mecánico para impulsarla.
Después de conocer el volumen y localización de los pecadores necesitados de evolución subsidiada, dispondríamos de los datos previos para planificar la ayuda que habría de prestarle. No siempre la instalación del motor, sería rentable sin la sustitución del casco. Tampoco esta labor debería acometerse, sin ligarla a otra de mayor alcance, que es la modernización de los equipos, con arqueo superior a 20 toneladas, que se dedican a especies de superficie altamente rentables: sardina, albacora, anchoa, palometa, espadín, caballa, etc.
El padrón de la micro-pesca es el gran vivero de hombres que necesita la industria plenamente evolucionada. No puede concebirse un plan de mejora del estamento pesquero más humilde, sin articularlo con los de mayor nivel. Tanto en uno como en otro campo, la adopción del motor en las embarcaciones constituye la clave de una transformación estructural necesaria. Casi tanto como en el grupo del pescador adherido aún a los instrumentos del neolítico, se echa de menos en el de las naves inferiores a 100 toneladas de arqueo, destinadas a pescas de gran masividad.