Agonía del centralismo
16/11/2012
Valentín Paz-Andrade adicou todo o semestre anterior ao golpe militar do 18 de xullo de 1936 a levar a práctica dirección editorial, que non formal, do diario de Portela Valladares El Pueblo Gallego. Alí escribía editoriais e unha sección de fondo humorístico asinada co pseudónimo de Johán Quinto. Foi desde aquel posto unha das trabes de ouro que sacaron adiante o pleibiscito do Estatuto de Autonomía o 28 de xuño de 1936.
XAN CARBALLA: "Biografía de Valentín Paz-Andrade"
Algún espíritu sencillo y plástico, queriendo representar el centralismo, ha creado este símil rural, que Castelao incorporó al cartel. Una vaca que pace en Galicia y se deja ordeñar en Madrid.
La res tiene sus días contados. Sobre su cabeza irán cayendo el día del plebiscito, puntillas de papel, millares de afilados si, si, si... La veremos derribarse exangue sobre el ruedo parlamentario, y los diputados menos flamencos se encargarán del arrastre.
Pero ¿no les extraña a ustedes que todo esto suceda sin un !ay¡? ¿Donde están los que tiran de las ubres? ¿Que se hizo de los usufructurarios lácteos de nuestra sumisión mansurrona y vacuna? ¿Tan rara es ya la virtud del agradecimiento, que ni siquiera existe como propiedad de algunos estómagos?
La agonía del centralismo se está precipitando en medio de una soledad dramática. A través de los siglos fué creando genealogías ampliamente vinculadas a su poder suculento y omnímodo. Llegó a suponérsele tan consusbstancial con el Estado que muchos lo confundan con la patria, tomando al verdugo por la víctima. A su sombra prolífica medraron ambiciones, se hicieron posiciones, se repartieron condecoraciones. Fulano pasó de yerno a subsecretario, Mengano de procurador a gobernador, Zutano de maestro de obra prima a temporero de Hacienda...
Merced al centralismo cientos de señores que hubieran pasado por el mundo cn la cabeza abonada a la boina, llegaron a lucir chistera. Y otros tantos con la espalda curvada en constante reverencia, han aparentado tiesura entre los faldones de un chaquet.
Y, sin embargo, llegada esta hora fatal en que el centralismo se extingue, vemos que nadie le asiste, nadie le consuela, nadie le llora. Ni parientes, ni amigos, ni coronas, ni chisteras para el entierro.
¡Se ve que no deja herencia y que era de la inclusa!
Johán Quinto
El Pueblo Gallego, 26 de xuño de 1936.